Falacias Qué?...
Ha llegado el momento de abordar el tema de las falacias. Como ustedes sabrán, si alguna vez han tenido una conversación en Internet, las falacias son argumentos que tienen apariencia de validez, pero que en realidad son falsos, tramposos, engañosos. Ahora bien, me parece notar que últimamente existe una mayor consciencia de qué son las falacias y cuáles son los ejemplos más comunes (ad hominem, hombre de paja, etc.). Es decir, por lo menos se lee más a gente que sabe lo que significa la palabra "falacia" y tiene más o menos idea de en qué consisten algunas de ellas.
Pero surgen también nuevos problemas. Hay algunas personas que conocen los nombres de las falacias, pero no saben aplicarlas. Se ve en las discusiones ente “ecécticos“ y “hateos“ (S.A. de C.V.) en las que nos a otros se acusan de estar diciendo tal o cual falacia, y ninguno de los dos dice nada de provecho. Hay quienes, falazmente, acusan a los otros de usar falacias, y se vuelve un círculo vicioso. Para poder aclarar las aguas turbias, hay que entender que A: No todo lo que parece una falacia lo es; lo que hace a un argumento falaz es su irrelevancia o incongruencia (apoyarse en una fuente confiable no siempre es ad verecundiam; cuestionar la credibilidad de una persona no siempre es un ad hominem). B: Gritar como chango nombres de falacias no es argumentar, y aún si demuestras que la otra persona sólo está diciendo falacias, eso no significa que tú seas quien tiene la razón.
El otro problema es que ante la mayor consciencia de lo que son las falacias entre los internautas, los magufos se han construido una muralla protectora para poder seguir diciendo sus mamadas: las falacias son invento de la razón occidental (y lo occidental es más malo que Sauron, Cthulhu y Voldemort juntos): que pretende reglamentar el libre pensamiento. De esta forma, pueden seguir usando falacias para justificar sus creencias irracionales de la Nueva Era, porque ya de antemano rechazaron toda crítica.
Finalmente, no he podido hallar un sólo sitio en el que se explique de forma completa, amena, con buenos ejemplos, las falacias que más a menudo encuentra uno en su paso la Internet. O son listados muy incompletos o a sus ejemplos les falta imaginación para cubrir todos los ámbitos en los que la misma falacia puede encontrarse.
Pues bien, teniendo en cuenta lo anterior, he decidido contribuir a la lucha contra la estupidización de la humanidad mediante una épica, pero digo, realmente ÉPICA serie de entradas sobre las falacias, empezando por este introducción.
(Te dejamos un sexy conejo aqui para que te relajes un poco)
Bien, como decíamos más arriba, podemos definir falacia como un argumento que en apariencia es válido, pero que resulta lógicamente incorrecto una vez se le analiza con detenimiento. Estrictamente hablando, se le llama "falacia" si es dicha de buena fe, es decir, si quien sostiene tal argumento de verdad cree que es válido, mientras que se le da el nombre de "sofisma" si tal argumento está dicho con malicia, con el objetivo consciente de engañar. Para efectos prácticos, las llamaremos "falacias" en cualquiera de ambos casos. Para tener una idea, una de las falacias más conocidas es el ad hominem, en la que se ataca a la persona que esgrime u argumento, en vez de el argumento en sí. Supongamos que alguien hace una crítica de las políticas de un gobierno X, y se le descarta por ser miembro del partido Y. "No le hagan caso, que es de la oposición", cuando lo importante es verificar si la crítica en sí es válida (en las entradas siguientes ampliaremos este tema). Las falacias, debido a su apariencia de validez, son muy, pero muy comunes. Nos las encontramos en todos los ámbitos de nuestras vidas: desde las discusiones personales con nuestro seres cercanos, hasta en debates verdaderos sobre política, religión, ciencia o cualquier tema. Se usan con frecuencia en la publicidad, la propaganda y los medios de comunicación en general. Los charlatanes, merolicos, fundamentalistas religiosos y promotores de las pseudociencias son especialmente astutos en el uso de las falacias, pero los políticos, ideólogos y opiniócratas también son muy duchos en el arte del sofismo. De hecho, creo que es imposible evitar caer en ellas el 100% del tiempo, pues al fin no somos seres perfectamente racionales, pero eso no significa que no podamos esforzarnos por mantener el pensamiento lo más claro posible.
Por ejemplo, la falacia ad ignorantiam, o apelación a la ignorancia consiste en decir que como no sabemos algo, bien podría ser aquello que afirmamos. Así, en este tenor, alguien podría decir que como no sabemos qué es lo que sucede después de la muerte, nada nos impide suponer que vamos a reencarnas. Después de todo, nadie puede probar lo contrario. En realidad es al contrario: si no tenemos razones para suponer que algo es así, lo sensato sería no asumirlo. En fin, ejemplos de falacias los podemos encontrar en todas partes. Pero, ¿cómo sabemos que esos argumentos que parecen válidos en realidad no lo son? ¿Quién dice lo que es válido usar como argumento y lo que no? Bien, primero debe entenderse que esto de las falacias no es simplemente un conjunto de reglas arbitrarias; es decir, no se trata de que alguien haya llegado y dicho que tal o cual argumento no era válido sólo porque no le gustaba. La detección de las falacias ha sido, en la historia del pensamiento humano, un proceso largo a través del cual se han ido "descubriendo" formas de pensar, de querer llegar a conclusiones, de pretender acertar a la respuesta correcta, que simplemente nos llevaban por el camino equivocado. La detección de las falacias viene a ser el resultado de darnos cuenta de cuáles razonamientos nos sirven y cuáles nos inducen al error, y ello es resultado de mucho pensar y comparar, desde Aristóteles hasta los días de Internet. Va otro ejemplo famoso, el post hoc ergo propter hoc, que significa "después de, por lo tanto debido a". Como que una persona se cure de una gripa molesta después de visitar a un curandero, y asuma que se curó debido a su magia. En realidad, para concluir que A es consecuencia de B, no basta con observar que B sucedió antes de A: es necesario analizar mucho más. Bien podría ser que A y B fueran ambas consecuencias que C, o que no estuvieran relacionadas más que por la coincidencia. Considerar que A podría ser consecuencia de B es bastante razonable, pero no se puede concluir sin haber obtenido más información y poner a prueba nuestra suposición. Es decir, no podemos sacar una conclusión segura. En otras palabras, consideren las falacias como si fueran métodos o herramientas que se han descartado porque se ha visto que no da resultado. Consideren el aprender a identificarlas como una forma de afinar nuestra mente para pensar de forma más clara y acertada
¡Pero, cuidado! No todo aquél que conoce nombres y ejemplos de falacias sabe detectarlas. Como decíamos arriba, lo que hace que una falacia sea tal es su irrelevancia o su incongruencia. Por ejemplo, volvamos con la falacia ad hominem: un hecho es un hecho sin importar quién lo diga, pero cuando no podemos ir a comprobar por nosotros mismos cuál es la verdad, es sensato y prudente confiar en un experto. Después de todo, sí es relevante si quien emite una opinión sobre una enfermedad que padecemos es un médico o un lego, o si quien nos narra un suceso es un testigo ocular o alguien que escuchó de oídas. A final de cuentas los hechos son los hechos, y tanto el médico como el testigo ocular podrían estar equivocados o estar mintiendo, pero ante la imposibilidad de comprobarlo todo de primera mano, es necesario recurrir a fuentes confiables.
Tipos de Falacias
Ad hominem: se trata de aquella situación en la que, para defender una determinada postura o conclusión, se ataca a quien argumenta en contra de la misma. Normalmente se apela a la desacreditación de este individuo, atribuyéndole características directamente al sujeto que harían sus contra argumentaciones menos válidas.
Ad baculum: en este caso se trata del uso de herramientas como la amenaza, el miedo, o la fuerza para imponer o establecer una posición determinada. En general se encuentra vinculado a situaciones donde existe una dependencia jerárquica entre seres humanos.
Ad verecundiam: es cuando se justifica una conclusión apelando a lo dicho por alguien con autoridad en el tema; en lugar de dar las razones correspondientes. El problema radica en que por más que sea una autoridad, no constituye una garantía de veracidad en la conclusión.
Ad populum: se trata de la expresión de razones no relacionadas con la conclusión para demostrar que esta existe, y por lo tanto de no decir las razones que están verdaderamente vinculadas. Para que esta pueda ser utilizada es necesario tener la certeza de que el auditorio va a aceptar las razones expresadas como verdaderas y vinculadas; aunque verdaderamente no lo estén. Su intención esta en general vinculada a generar ciertas emociones en los oyentes.
Ad ignorantiam: es el caso en el que intenta demostrarse que un razonamiento es válido o verdadero por el sólo hecho de que no se puede demostrar que es falso. Un ejemplo seria decir que el oxigeno no existe porque no puedo verlo.
¿Crees que estar listo para unos ejercicios?